Rivadavia

SENTIMIENTOS DE UN TIPO HECHO Y DERECHO DE IZQUIERDA A DERECHA Y VICEVERSA.
A veces me levanto un tanto agobiado, cansado, expuesto. Con un silencio tipográfico y una espacialidad, que me invaden de miedo y soledad.
Saludo al vecino de arriba, luego al de abajo y así nos vamos turnando para pasar parte.
El otro día reparé en sentimientos ajenos. El del primero y el último. Terraza y sótano. Saludar para arriba o para abajo.
Allí, me dí cuenta que tengo opción. Puedo elegir, aunque mejor llevarse bien con todos, no sea cosa que después me salpiquen.
Me pregunto que se descubrirá al dar vuelta la hoja. Un mundo nuevo, sin duda, con otros vecinos, otras frases, otros saberes.
Aunque mejor no quejarse, lo que a uno le ha tocado no estuvo escrito. Sí, pensando, ideado que es casi lo mismo.
Mí limitada vida no me permite ver más allá del margen ni más acá de la tapa. Tampoco me permite imaginar que será una bocacalle, un entrecruzamiento, un logaritmo, una ecuación y una parábola.
Quizás en otra vida me encuentre en un block cuadriculado y sean más continuos mis pensamientos.
Ahora, así, salteado, como si nada tuviera que ver con lo que antecede y precede. Como si cada palabra escrita perdiera memoria del contexto, así lo siento. Cada vez que la mano apoya la pluma, sin temor a pasar sobre mi cuerpo, sin pudor de tachón alguno, prolijamente precisa.

El Renglón.