Tras quince días de encierro, la basura comenzó a indisponerse.
Atrincherado en mi cuarto, pude vislumbrar cierto movimiento.
La separación entre la puerta y su marco no era generosa. Como tampoco lo era mi ánimo.
- Me dejé estar che.
- Ya lo creo, mirate.
- No puedo, no logro verme.
- Quizás ese sea el problema.