
Muchos les temen.
Cuando, ellas, sólo caminan por la plaza.
Nunca había notado lo domesticadas que son, sobre todo en un ámbito donde se acostumbraron a recibir manos amigas.
Pero al verlas, de a montones, no puedo no comparar.
No veo en ellas riña, ni pelas.
Actos humanos inigualables.