El mundo se ha convertido en manadas desagrupadas de palomas, y palomos, que planean cagando a diestra y siniestra mientras los terrícolas corremos esquivando los proyectiles.
Un día, cuando el piso esté cubierto de mierda, no quedará superficie donde resguardarse y sólo tendremos que esperar que nos tape el bombardeo.
Los pocos sobrevivientes que, hasta último momento, sigan creyendo en la fortuna de encontrar materia fecal en su camino; dejarán correr una, sólo una, lágrima penosa al comprender que, únicamente, tapa con calor la mano de madre, padre y/o tutor.