De pendejo iba a Sacoa.
¿Quién no?
Luego, apareció PlayLand y, con él, la traición.
Pero los tiempos cambian.
Las moneditas fueron reemplazadas por tarjetitas con créditos, quitándonos hasta la posibilidad de violentarnos.
Pero eso no sirve de nada.
A mí, hoy, me cayó la ficha.
Salgo de los jueguitos a ver el cielo, a dejar el enviciado aire.
No voy a ser redondita de pinball.