¿Imaginaron que, en cualquier momento, podemos estar frente a un nuevo diluvio universal?
Caminando hoy por la calle, saltando mares de asfalto y sorteando baldes sobre mí, vi una caótica capital. Desbordada, malhumorada, anegada.
Que para nada piensa globalmente, sino en llegar a tiempo, a las corridas, en que no se enfríe el café.
Hoy, mientras mis rodillas se entumecían llegué a la conclusión que si no concluyera la lluvia, el fin pisaría si que nadie lo note, tal vez, como tampoco si no saliera nunca más el sol.