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martes, julio 24, 2007

Película Erótica

El mágico arte de los ambientes impecables.
Antes de bañarme, estaba sentado en esta amigable silla y prendí la televisión.
No sé si por impuslo eléctrico o de pura contribución al desgaste energético.
Así, me topé con una película erótica.
Más allá de llamar mi atención el horario, reparé, no sé, tampoco, el motivo, en determinados detalles y los comparé con la vida real. Con la mía, en mi casa.

Si me sorprendiera una sensual mujer e irrumpiera en mi casa y tuviera como primer impulso, un caminar gatuno deslizando una mano de modo, sí, otra vez, sensual, por sobre el vidrio de mi mesa.
Seguro se llenaría de tierra, polvo, pelusa y pelos de gato.

Si la misma mujer me empujara salvajemente a la cocina arrojándome contra la mesa para darme placer.
Lo primero que ocurriría, si el revoque de la vertical no salta sobre sus ojos, sería el derrumbe de la mesa, que supo ser del errante y ahora tambalea frente a la mesada.

Si luego, esta mujer corriera al baño para ser perseguida.
Seguramente Neo la atacaría, desangrándole un muslo o gemelo y provocándole una infección dolorosa.

Llegado el caso, poco probable, de alcanzar el baño sana y a salvo.
La mujer no encontraría un hidro masaje, ni una mampara erótica. Es más, en este momento, una luz brilla por su ausencia, no tengo variedad de espumantes cremas y el techo tiene mucha humedad.

Dichas reflexiones, me llevan a pensar que toda casa de película erótica tiene un batallón cif detrás de escena y un don aspirador saca pelusa, pelo y tela de araña y que mi humilde morada jamás estará en i-sat.