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miércoles, agosto 29, 2007

Llamada Perdida

Miraba por la ventanita, una tras otra las líneas.
Las suyas, un tanto apresuradas, verborrágicas, ansiosas.
Las de ella, no sé. ¿Quién sabe? ¿Él, ella? ¿Yo?
En determinados momentos, sucede que nada me parece obvio. No creo en los mensajes, ni en las señales, el destino y el azar.
Cansado de tanta conectividad, de tanta virtualidad, salí a la calle con promesa de llamado. Pero me distraje, mirando las nubes, sintiendo el aire rodearme e inflarme la ropa a su paso.
En un segundo todo puede cambiar, y esas aves que se deslizaban imprudentes, pero libres y siempre ágiles, se llenaron de angustia. Se agitaron. Como la luz del semáforo peatonal que no logró inquietarme.
Al abrir los ojos todo estaba quieto. Ya no se si por recuerdo o por la magia de la grabación, las imágenes de lo que me iba a pasar se fueron proyectando.
Aún así no pude hacer nada. ¿Quién podría evitar un automóvil corriendo por la 9 de Julio si, éste, decide subirse a la isla y apretarnos entre fierros?
Cerré los ojos y los volví a abrir, caminando por la peatonal intenté el segundo llamado.
Tenía que dejar un rastro para creerme vivo.

A veces siento que sueño mientras camino, tengo miedo que algún día se hagan corpóreas mis fantasías o que todo lo que percibo lo esté construyendo por necesidad.