
Hoy me levanté extraño. No malhumorado, eso fue ayer durante el día. Pero sí, raro.
Todo tiene que salir bien, esa es mi meta. Casi un capricho, un revés a la espontaneidad.
¿Acaso puedo serlo? Lo intento, hace poco. Lo intento.
No sabría decirle ciertas cosas. Me ahogo en pensamientos vagos, me diluyo en frustraciones propias, me ahorco en recuerdos. Pero, sobre todo, me desintegro en ansiedad. Por escribir una historia diferente, por sentirme de otro modo y concluir quién sabe cuándo.
Hoy es el día de la mujer, como cualquier otro.
No tuve tantas mujeres en mi vida, no muchas que me recuerden. De hecho cada vez me detestan mas. Seguro, me lo debo a mi mismo. Como el cambio.
En la foto tengo a la mujer más chiquita que me haya hecho sonreír en el último tiempo.
Pero este post, egoísta y personalizado, se dirige a alguién a quién no sabría decirle muchas cosas.
Todavía no me enseñaron a hablar.