jueves, enero 04, 2007

Martes 26 de Diciembre de 2006 - Parte I

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Ayer fue un día agotador.
Quizás el día clave de mi viaje.

Me desperté temprano y emprendí viaje al Parque Nacional El Palmar.
Caminé bajo el sol a través de la ciudad de Colón, en dirección a las termas.
Al salir pasé por dos pueblos: San José y Villa Elisa.
Aproximadamente caminé 21 km. fuera de Colón y otros 12 km. hasta el cruce hacia Concordia.
Realmente quedé destruído.

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Pasadas las 15 hs. y luego de hacer 5 km. más, me levantó Roberto. Un residente de Abajay.
Tuve fortuna. Al llegar al cruce, me dí cuenta que caminé abriéndo mis pasos al menos 15 km del camino hacia mi destino. Algo verdaderamente desmoralizante.
Roberto, que viajaba con sus hijas, me dejó en la puerta de El Palmar.
No resulta complicado imaginar que encuentra uno allí dentro.
Palmeras y más palmeras.
El próximo refugio dentro del parque: 12 km.
Al llegar al km 5, me encontré con un desvío producto de las recientes lluvias.

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Me quedé sin agua, eran las 17 hs. y el camino de regreso fue eterno.
Me puse la mochila de gorro, la arrastré y mantuve una severa charla con ella.
Si no cooperaba, se quedaba.
Así de clarito.

Cuando logré salir del parque, cargué mis dos botellas con agua. Turbia es poco decir, pero realmente tenía sed.
De ahí en más, esperé dos horas hasta que cayó el sol.
Mis ojos vieron pasar todo tipo, color y modelo de vehículos.
La tarde caía, busqué un lugar donde dormir.

Me acosté mirando el cielo y los autos pasar.
Lo curioso fue mi falta de miedo o cualquier sentimiento negativo.
Creo que todo lo que me ocurre, forma parte de una decisión que asumí sin ninguna contravención.
Fue así, que divisé a lo lejos el enésimo camión transportador de aves.
Hacía rato que no pasaba nadie, no lo había notado.
Me incorporé por reflejo.
El sonido encantador de la caja, luchando por detener la arremetida marcha del camión.
Así conocí a Juan, un enamorado de su vida y de su esposa.
Hicimos una crónica con el al volante y nos contamos nuestras historias.
Me despidió con buenos augurios sobre mi travesía.
Juan no solo me sacó de las afueras del Palmar, sino que atravesó Concordia y me dejó cerca de Federación.

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