Generalmente no me despierto en paz.
A eso yo llamo, escuchar el despertador con alegría, mirarlo y apagarlo mansamente. Depositar el pie derecho en el piso, luego el izquierdo, erguir el torso y caminar suavemente en conexión con el piso. Cómo si fuera un amigable terciopelo.
Mis amaneceres son algo caóticos o, al menos, más desordenados.
Duermo en el sillón con frecuencia, si es que llego a caerme en él, y retorcido abro un ojo.
Caigo hasta que me detiene la mesa, o el piso.
(Ayer)
Cuando desperté, luego del golpe, tuve una visión naranja de mi realidad.
Percibí su perfume y me di cuenta.
Hay que aceptar la letra chica, los Lados B de esta vida.
A veces, lo olvido.
Y pierdo la gracia.
Como comer mandarina con guantes de latex.