Somos un proyecto de otros, y epicentro de diversos litigios.
Primero eligen tu sexo.
Que uno quiere que seas mujer y otro varoncito ¿Y Vos? Nadie te consulta.
Después seguimos con la elección del nombre, eslabón perdido en una cadena anorme de varibales innumerables, que probablemente culmine con la menos pensada resolución.
Que, obviamente, odiaremos y cuestionaremos por el resto de nuestra existencia.
¿Porqué me pusiste Juan Manuel? ¿Porqué me pusiste Juan Manuel?
Ahora bien, corramos en el tiempo. ¿Cuánto nos dura el Reinado?
¡Nada!
Cuando vos estas fumando una habano de chocolate con el Sucoa on the Rocks, notás que tus padres se ponen mimosos y empiezan a decirte que va a venir un "regalo del cielo" a visitarnos (para luego quedarse).
Empezás a vislumbrar que, nuevamente, se libra una batalla acerca de la sexualidad y del nombre del nuevo inquilino. Y vos pensás: "ojalá que salga puto".
Y así ves como le hablan y miman a una panza y vos, solito solito, hacés todo lo posible por que se ocupen de vos. Te das la cabeza contra el cemento, te abris el mentón con una banco de mármol, te tragás bolitas, clips, destornilladores de relojero, monedas...y nada.
Después te dicen "hay que quererlo al hermanito". Ja! A ese!
De pronto Flash! Se vino el pendejo, es horrible, ¿ese era? Es peludo, gordito y (seguro) maricón. Aunque, lo querés al pendejo, le apretujas los cachetes hasta dejárselos morados, le tirás del pelito, jugás al boxeo cuando le llevas el doble de estatura.
Pero lo querés. (a ese enano regordete) Aunque el que debería rendirte culto es él, vos le marcas el camino, se lo abrís y mostras, se lo limpiás de permisos restrictivos y privilegios.
Tu hno menor ("el segundito"), siempre usará el auto antés que vos, irá a bailar ni bien deje el chupete y llevará chicas a casa cuando abandone la mamadera.
Sin escalas, el inmaduro sos vos y el ejemplo es él!. Estamos todos locos.
De todos modos, vos le pasás toda tu ropa, fuera de onda y de talle.
Alguna venganza debíamos tener.
Con el tiempo crecen estos intrusos y te das cuenta que los querés más.
Puta che! Ahora querés ser hno mayor de nuevo, pero el pendejo ya anda en otra, no le hagarras los cachetes ni de puta, porque ahora se los pellizca su minita, esa...la nueva intrusa.
Así somos los primeros hijos, queremos todo para nosotros. Ojo, hay una versión más violenta; cuando la que rompe el reinado es mujer. Un hermano guardabosque, pero esa es otra historia...
¿Y te acordás cuando querías que salga maricón?
6 comentarios:
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Niño errante:
Bienvenido a este mundo de mierda.
Cordialmente,
Yo.
Pensar que mi hermanito menor hoy está cumpliendo 26 años, y es cierto una chirusa le aprieta los cachetes antes que yo...
Niño, no niegues tampoco que los primeros regalos fueron todos para nosotros, y los primeros mimos... y sin duda tuvimos abuelos y/o tios para los que fuimos los primeros niños de la familia que se encargaron de malcriarnos cuando el intruso regalito del cielo se apareció en nuestra casa...
Como siempre 100% de acuerdo con usted y de nuevo aplaudo su manejo de las letras...
Me encantó !!!!!!!!!!!!!!
Encantada.
*Carito: Retrospectiva a Full.
Abrazo de Blog.
A mí nunca, nunca, nunca me llegó mi contraparte. Solita por el mundo mi reinado aún perdura. No hubo clips, ni enchufes que me atrajeran lo suficiente. Una plana existencia se ha posesionado de mis días y aún hoy nada ocurre. Busco hermanos por el mundo, pero al aprecer vivo condenada a esta insoportable SINGULARidad, MONOtonía, UNIlateralidad.
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