“Hicimos todo lo posible”
Generalmente, esta frase es utilizada en situaciones donde algo no ha salido del todo bien o (directamente) nada bien. La frase, afirmativa, es siempre una mentira.
Nuestro caso no resulta, entonces, una excepción.
“Hicimos todo lo imposible”
Considerando que esta revista se puso los pañales, hace dos años, en Barracas, que dio sus primeros pasos por el primer piso dieciséis sobre la avenida montes de oca doscientos setenta y cuatro, que tuvo en un principio media docena de integrantes y otra de colaboradores, que modifico su formato y contenidos en varias ocasiones; resulta extravagante el desenlace final. Con bombos y platillos, aunque me gustaría saber quien compuso la pieza.
Describir la vorágine de los sucesivos inconvenientes que nos invadieron día tras día durante la semana previa al gran día, sería robarles mas tiempo. Pero quiero decirles que nos ha servido. Ha resultado un gran entrenamiento para nuestros nervios y, gracias a este instructivo del destino, no nos hemos doblado ante la adversidad. Ya que a 20 horas de la citación, teníamos las revistas. En lo de Panizza. En cajas. Apiladas, pero mal impresas.
Si ustedes piensan que nosotros somos delirantes, tienen razón. Puesto que en 6 horas, y por medios que no voy a describir ni comentar ni confesar, las teníamos bien. Nunca pasaré nuestro ingrediente secreto.
Si algo más nos podía pasar era que uno de nosotros falleciera por los días sin dormir. Igual la habríamos presentado.
Incluso, si ninguno de nosotros hoy estuviera vivo habría sido luego de la presentación. Ni la defunción de un familiar, mascota o novia (no es lo mismo eh) habría impedido nuestro fin.
Pero nos cortaron las piernas como al diego.
Lo único que podía ser el gran impedimento pasó.
Ya todos lo saben, se han enterado por nuestros palomos mensajeros o no. Y por esto último pedimos disculpas.
Ahora, abatidos no estamos.
Si el micrófono que prendemos dispara discursos críticos hacia la sociedad, el motivo que no nos dejó pasar también lo es. Es por eso que ahora tenemos más ganas y una excusa más.
La reflexión de los sucesos nos arroja una nueva creencia. Las Brujas existen.
Un supuesto. La cafeína es alucinógena.
Y una única certeza. La presentación se va a hacer, aunque tengamos que hacerla en una plaza, bajo un nuevo diluvio universal. De última lo llamamos a Noe, que ya nos metió en el arca en una oportunidad.
2 comentarios:
De acuerdo con las conclusiones, el café (y las bebidas colas) son alucinógenos. Y los panchos de aquel kiosco tienen propiedades laxantes.
Cordialmente,
Yo.
P.D: ¿o fueron mis nervios?
Sr. Espinoide, no había aprovechado este espacio bloguero para felicitarlo por su candente reseña de la frustrante intentona anterior de llenar el espacio argentino de nuestra eu!. Asevero: su pluma (bué, bancate una metáfora) se llenó de gloria con dicho texto. Una gloria efímera, bloguera, minimalista. Pero gloria al estilo eu! Y se la disfrutó. Gracias por haberlo dicho así. Y al niño errante también le agradecemos la participación comentaril.
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