Algunas tormentas se lo llevan todo, sin embargo pasan dejando réplicas.
Ayer, mientras recorría la extensa trayectoria desde la entrada hacia el altar de la iglesa, atravesando el hermoso y florido jardín, mis ojos no alcanzaban a identificar cada uno de los rostros que configuraban los equipos, alumnos, ex alumnos, compañeros de trabajo, amigos y familiares. Asombrados, incrédulos aunque orgullosos en cada aplauso para acompañar la materia de una esencia inoxidable.
Fueron entre esos segundos reinantes y los posteriores, cuando pude abstraerme, ignorando las palabras del homenaje religioso, escuchando cada silencio de respeto. Dejando a un lado las preguntas sin respuestas, el destino, la suerte y el azar. Para, luego, cerrar los ojos y sentir esas curvas salitrosas golpear la playa y volver para reiniciar la marcha.
Allí, en ese lugar que ninguna tormenta se podrá llevar.
En memoria de Luciano Celli y todos esos lugares donde lo llevamos dentro.
Un Valeriano
Ayer, mientras recorría la extensa trayectoria desde la entrada hacia el altar de la iglesa, atravesando el hermoso y florido jardín, mis ojos no alcanzaban a identificar cada uno de los rostros que configuraban los equipos, alumnos, ex alumnos, compañeros de trabajo, amigos y familiares. Asombrados, incrédulos aunque orgullosos en cada aplauso para acompañar la materia de una esencia inoxidable.
Fueron entre esos segundos reinantes y los posteriores, cuando pude abstraerme, ignorando las palabras del homenaje religioso, escuchando cada silencio de respeto. Dejando a un lado las preguntas sin respuestas, el destino, la suerte y el azar. Para, luego, cerrar los ojos y sentir esas curvas salitrosas golpear la playa y volver para reiniciar la marcha.
Allí, en ese lugar que ninguna tormenta se podrá llevar.
En memoria de Luciano Celli y todos esos lugares donde lo llevamos dentro.
Un Valeriano